Por encima del chapoteo de la piscina que llegaba tras la puerta clausurada del fondo del bufete, empezaba a sonar como siempre a esa hora el piano melódico del maestro Raúl Traña Ocampo. Los sábados, cuando él se presentaba en cuerpo de camisa para despachar hasta el mediodía, era Sadia Xilú acompañada por la orquesta Champú de cariño la que cantaba en las tertulias bailables del Gran Hotel. Entonces ordenaba por teléfono una cerveza, que el mesero de corbatín le traía con un platito de maní húmedo de sal.
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