Basado en ilustraciones y pinturas de siglo XVIII, La Muerte convida a los vivos a compartir con ella el baile; atreverse a mirarla de frente y tenerla entre los brazos en un ejercicio lúdico de reflexión sobre la vida.
Emma Lejarazu, ataviada con un traje de esqueleto totalmente pintado a mano, una túnica, símbolo de sabiduría y una corona de flores -réplica de las que usaban las “Monjas Coronadas”, religiosas de los siglos XVII y siglo XVIII para tomar los hábitos y que, a su vez, se convertía en objeto mortuorio al enterrarlas con ellas al fallecer-, pero adaptándola en significado para ser el símbolo de la majestuosidad de La Muerte.
En la elaboración de esta corona de flores participó la maestra Katia Perdigón, restauradora del INAH, y las flores con las que fue confeccionada son de la Fábrica de Flores Artificiales Enrique Poucho, las cuales son hechas totalmente a mano, de seda y lino. Cabe destacar que ésta es la única fábrica que queda en el país que las fabrica. La corona consta de siete rayos que simbolizan los siete pecados capitales, así como las siete virtudes que los contrarrestan.
Las flores también contienen diversos y ricos significados: la amapola simboliza la muerte y la extravagancia, las violetas la humildad, las caléndulas son lágrimas; el botón de plata, poderío, la flor de lys, majestuosidad y nobleza, las hojas de laurel, inmortalidad, las rosas, pureza, la camelia, nostalgia, los pensamientos, recuerdos. Se logra así una pieza de arte-objeto que da más significado y valor visual al personaje y a la pieza de performance.
¿Te atreves a bailar con ella El Último Baile?
(*) Profesora Emma Lejarazu. Artista conceptual del performance y del arte objeto.
Semana Académica, junio 2007
Auditorio del IMP. 12:30-13:30 horas.
Grupos 21LDPM y 32LPM
Registro visual: Rodolfo Espinosa Zúñiga.
Coordinación: Araceli Zúñiga y César Horacio Espinosa.
Emma Lejarazu, ataviada con un traje de esqueleto totalmente pintado a mano, una túnica, símbolo de sabiduría y una corona de flores -réplica de las que usaban las “Monjas Coronadas”, religiosas de los siglos XVII y siglo XVIII para tomar los hábitos y que, a su vez, se convertía en objeto mortuorio al enterrarlas con ellas al fallecer-, pero adaptándola en significado para ser el símbolo de la majestuosidad de La Muerte.
En la elaboración de esta corona de flores participó la maestra Katia Perdigón, restauradora del INAH, y las flores con las que fue confeccionada son de la Fábrica de Flores Artificiales Enrique Poucho, las cuales son hechas totalmente a mano, de seda y lino. Cabe destacar que ésta es la única fábrica que queda en el país que las fabrica. La corona consta de siete rayos que simbolizan los siete pecados capitales, así como las siete virtudes que los contrarrestan.
Las flores también contienen diversos y ricos significados: la amapola simboliza la muerte y la extravagancia, las violetas la humildad, las caléndulas son lágrimas; el botón de plata, poderío, la flor de lys, majestuosidad y nobleza, las hojas de laurel, inmortalidad, las rosas, pureza, la camelia, nostalgia, los pensamientos, recuerdos. Se logra así una pieza de arte-objeto que da más significado y valor visual al personaje y a la pieza de performance.
¿Te atreves a bailar con ella El Último Baile?
(*) Profesora Emma Lejarazu. Artista conceptual del performance y del arte objeto.
Semana Académica, junio 2007
Auditorio del IMP. 12:30-13:30 horas.
Grupos 21LDPM y 32LPM
Registro visual: Rodolfo Espinosa Zúñiga.
Coordinación: Araceli Zúñiga y César Horacio Espinosa.
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