Miguel Ángel Contreras Valadez
Mi nombre es Mustafá, tengo veinticinco años. Nunca supe quiénes eran mis padres, ni de dónde venía. Tampoco por qué tenía marcas en todo mi cuerpo: lo único que me queda es aceptar los rumores que las personas dicen.
A la edad de dos años, unos monjes me aislaron del mundo y me llevaron a una celda en el sótano de una iglesia, sólo porque me salió una mancha en el pecho.
Desde ese día la iglesia juró guardar secreto. Conforme fui creciendo me iba percatando de que era un niño especial, ya que las personas de la iglesia se la pasaban alabándome y se quedaban sin habla sólo al mirarme.
Fui muy feliz en esos años, ya que me cuidaban y me alimentaban. Pero todo cambió a la edad de dieciocho años; comencé a tener una serie de sueños en los cuales me veía al inicio de un túnel oscuro, y al final del mismo una luz que me decía: “Tu trabajo es que todos crear en un solo Dios”.
Después de esas palabras me despertaba muy asustado y no volvía a conciliar el sueño; cada día era el mismo sueño, con una diferencia que siempre daba un paso en ese inmenso túnel.
Todos estos años me los pasé intentando ocultar la serie de acontecimientos que me ocurren desde el sueño que tengo cada día y no logro explicar, hasta las marcas que empecé a tener conformo fui madurando.
En la actualidad tengo doce marcas, que cubren mi cuerpo; cada dos años sale en mi cuerpo otra marca. Cuando los monjes las descubrieron dijeron que cuando tenga veintiseis años me saldría la última marca y vendría a destruir el mundo.
Yo nunca les creí, siempre pensé que iba a ser un elegido de dios; por eso perdonaba todos los maltratos que me hacían.
El gran día había llegado. De pronto se puso de noche y de la nada me empieza a salir la última marca en la espalda. Un día antes, el sueño que me perturba cambió totalmente: ahora me encontraba en el final del túnel cruzando la luz. Veía un mundo deshecho por las guerras que ocasiona la religión.
En ese instante comprendí lo que me dijo esa voz; mi misión era que todos creyeran en un solo dios, y para esto yo fui elegido para ser la nueva figura omnipotente.
Cuando terminó de formarse la última marca, salí mágicamente de la prisión que tenía en el subterráneo de la iglesia y vi el odio que tienen las personas causado por la diferencia de creencias.
Tras el coraje que sentía me dije que destruiría la religión y a todos sus creyentes, para así liberar a las personas de ese odio.
Ahora me encuentro en un mundo distinto, oscuro y desolado, donde están todas las almas condenadas que viven en el odio y la malevolencia; vi mucha del mundo caer en este lugar, y ahora las personas no pueden describir sus horribles y espantosos gritos.
“Estoy perdido… AQUÍ PARA SIEMPRE JAMÁS.
“Condenado para siempre y engañado, pensando que era el elegido de dios. Pero no soy más un demonio que destruyó a la humanidad.”
Grupo: 32LPV
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