Ella, sentada sola en una banca fría del parque a media noche, llorando, con una caja de FEMY entre las manos; siempre vigilada, cualquier movimiento le era reclamado.
Ya no quería seguir así. Su amante le exigía usarlos, se veían a escondidas en un lugar cerca de la iglesia donde podían entrar y salir sin que lo notasen los guardianes de su amor.
Un día, él la convenció de huir lejos, pero sus planes se vieron frustrados cuando su padre les detuvo el paso. Ella dejó caer la caja de FEMY, su padre se alteró; disparó hacia su amante. Ella se atravesó y la bala penetró en su corazón. Su padre, deshecho, sólo pudo escuchar:
No importa nada, use FEMY...
FEMY, el preservativo femenino lubricado.
Ejercicio en el Diplomado en Creatividad Publicitaria Uno
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