La serpiente literaria envuelve
evento sobre el 68
en Ciencias Políticas
El otro 68
Yo nomás me le quedé viendo; ya no se movía, estaba quietecito como cuando uno tiene mucho sueño y no despierta; le tiré una patada pa ver si se movía, pero no se movió, nomás se escucho un ruido muy hueco. Creo que le troné los huesos, pero ya no importaba ya no se movía, y yo me digo: ¿pues, a que fue para allá? ¿Pa' que tanto arguende? Ya sabían que íbamos nosotros, íbamos con las tanquetas, ni modo de que no nos vieran; además: ¿a qué chingados iban? Lo que debían hacer era estudiar, no estar haciendo desmadritos.
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A las cuatro de la tarde tocaron para el encuadre, pasaron lista y mi general Hernández Toledo nos dijo: “La cosa va a estar cabrona, pero ya saben, a ustedes no les van a hacer nada...” Después tomó como un respiro y centró su mirada en un camión, se quedó callado un instante como pensando en lo que iba a pasar, “al que la haga cansada… se lo chingan” Esa palabrita no me gustó, eran chamacos, pero órdenes son órdenes. “nosotros somos México y sobre nosotros nadie pasa” continuó mi General: “La ley está para hacerse respetar como sea”.
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¡Flanco derecho!, gritó el ordenanza: ¡de frente, marchen! Y nos metieron en unas camionetas blancas.
A la cinco y media ya estábamos todos mezclados con la gente, no llevábamos uniformes, íbamos de civiles, pero mi coronel Jiménez ya nos había dado unos guantes blancos quesque para que no nos dispararan los compañeros, pero dio igual, ya en la chinga uno no sabe quién es quién, uno nomás dispara y ya.
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A la cinco y media ya estábamos todos mezclados con la gente, no llevábamos uniformes, íbamos de civiles, pero mi coronel Jiménez ya nos había dado unos guantes blancos quesque para que no nos dispararan los compañeros, pero dio igual, ya en la chinga uno no sabe quién es quién, uno nomás dispara y ya.
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Estaba llena la plaza, había niños, mujeres, gente grande; muchos iban nomás al chisme, eran los menos, pero aun así las órdenes seguían siendo las mismas, al que estuviera allí nos lo chingabamos, así de fácil.
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Un muchacho comenzó a hablar en el micrófono. De pronto, la bengala roja iluminó toda la plaza; por un ratito todo fue silencio, nadie dijo nada, todos la volteamos a ver; compañeros, estudiantes, gente, todos la vimos y nos quedamos callados. Creo que en ese momento todos sabíamos lo que iba a pasar, por eso nadie dijo nada, ¿qué decir? Cuando sabes que te toca morir o matar es lo mismo, no dices nada, nomás te quedas callado y piensas en lo que dejas, en lo que no hiciste: en tu mamá, en tu papá, piensas tanto en tan poco tiempo, yo creo que por eso no dices nada.
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El silencio lo rompió el primer disparo, vino del “Chihuahua”, todos lo sabíamos. De allá se escuchó, después se hizo la gritadera, siguieron más disparos. Yo voltee a ver al muchacho: estaba como asustado, bien pálido, pero seguía con el micrófono en la mano; se lo intenté arrebatar pero no se dejó, así que me acordé de lo que dijo mi general Hernández… “al que la haga cansada se lo chingan”, así que saqué de mi chamarra una pistola y le tiré a quemarropa; le di en el pecho, se cayó al piso pero no soltó el micrófono. Yo nomás me le quedé viendo; ya no se movía, estaba quietecito como cuando uno tiene mucho sueño y no despierta; le tiré una patada pa'ver si se movía, pero no se movió, nomás se escucho un ruido muy hueco; creo que le troné los huesos, pero ya no importaba, ya no se movía.
Por: Funk'az
La maestra Alma Rosa Jiménez,
Directora del Museo del Chopo,
y Marcelino Perelló, ex digigente
del Movimiento de 1968.
La artista de performance "La Congelada
de Uva", Rocío Boliver, participa con alumnos
del IMP en el acto de envolver a los
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