Sobre esas reencarnaciones o mudanzas escribieron las alumnas y alumnos del grupo 21 LDPM-A.
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Hoy, muy temprano, tanto que no recuerdo sin en realidad fue este día, comencé a sentirme extraña. Sólo físicamente; los brazos me pesaban, pero mi sueño era tan preciado que no le di importancia.
Al despertar me di cuenta que mi apariencia había cambiado; no sólo eso, había evolucionado y estaba convertida en una magnifica mariposa, con muchos colores como las mas respetadas y con las alas impecables, tanto que me daba miedo romperlas por un impulso.
No podía creer que había llegado el momento; al principio todo parecía tan lejano, sólo pensaba: “algún día”, pero todo se adelantó y tengo que hacerle frente y hacer respetar mi nueva apariencia.
Como todos saben, las mariposas para poder llegar a su grado de madurez tienen que sufrir muchas cosas y muy pocas realmente lo logran. Obviamente, mi esfuerzo se ve reflejado en cada uno de mis colores; amo mi nueva apariencia y no creo que sea la culminación de mi proyecto, es sólo el inicio…
No me importa realmente mi tamaño respecto a los demás. Tengo el que necesito, alcanzo las cosas que me hacen falta y si me falta poco lucho y logro alcanzarlas.
El transcurso de este día ha sido de mucho aprendizaje; ya es de noche y hace frío, mi nueva figura me complica refugiarme. Pero me adapto rápidamente, a esta hora es casi mi tiempo de dormir. Puedo estar segura de que mañana aprenderé muchísimas cosas más y amaré mi estado actual.
Metamorfosis
Hoy desperté y me sentí un poco rígida de la espalda. No me podía parar de la cama, apenas y podía abrir los ojos. Escuchaba que el cuerpo me crujía, como si estuviera dentro de un caparazón. Cuando finalmente abrí bien los ojos me di cuenta que la cama me quedaba demasiado grande, mi cuarto parecía una mansión en comparación de como lo vi antes de dormir. Me siento muy pequeña.
Cuando me senté en la cama pude ver que en lugar de piernas tenía patas, unas patitas rojas y en lugar de manos tenía tenazas, tenazas parecidas a las de una langosta, ¡creo que me desperté transformada en langosta! Tengo hambre, pero nada se me antoja, tengo mucha sed, necesito tomar mucha agua, ¡quiero agua!, grité y en seguida mi mama fue a mi cuarto a ver lo que pasaba.
Cuando entró no lo creyó y en seguida, me trajo un vaso lleno de agua, un vaso gigantesco; cuando empecé a beber el agua tuve la necesidad de aventarme completa ahí adentro. Mi mama, al ver lo que hacía decidió ir a comprar una pecera para trasladarme; el tiempo de espera fue largo, pero cuando por fin llegó fue el día más feliz de mi vida.
Nunca había sufrido tanto en tan poco tiempo, ni había sentido una tristeza y desesperación por algo tan insignificante como el agua y comida.
El día de hoy amanecí convertida en una hormiga. No podía creer cómo había sucedido, pero era real; de pronto era muy chiquita y parecía que todo a mi alrededor se había vuelto demasiado grande.
No me hago a la idea de ser un animal tan pequeño que muchas veces pisé sin querer; tal vez me acostumbraré a que mi vida será corta y no tenga una meta a seguir, sólo conseguir comida para sobrevivir el día, evitando también el ser comido por otro insecto o ser aplastado por la gente.
Sé que aunque mi vida será difícil ahora tendré que disfrutar más cada día de mi vida ya que en cualquier momento puedo morir. Ahora me veo y comprendo que aunque sea muy pequeña tengo que aprender a vivir así; cuando era ser humano las hormigas eran algo omiso para mí, pero ahora comprendo; todo ser vivo tiene que vivir aunque esta vida sea tan corta y aceptarme como soy.
Una vez superados quisiera salir adelante y ser el líder de mi selva; siento ahora unas ganas tremendas de salir adelante y no ser un cachorro como me ha hasta sucedido, siendo yo el antecesor del líder. Quiero ser aquel que manda. Me quiero convertir y quiero vivir como un gran líder, de trabajo o en equipo, vivir sin temores, sin rencores, y tener sabiduría para no ser superado.
Jamás imaginé estar arriba de esta cuchara que apenas ayer ocupaba. Qué será ahora de mi vida, ya no podré salir con mi familia, ni con mis amigos; me invade una angustia que jamás pensé en tenerla. Ahora me arrepiento de no valorar todo lo que antes tenía, todas esas cosas que me hacían feliz.
Aída Pineda Cervantes
METAMORFOSIS
Un día, al despertar, me encontré convertida en un águila. Pensé que era un sueño, pero en lo que transcurrían los minutos me di cuenta que estaba llena de plumas y que mi piel ya no era la misma. Me daba horror el momento en el que mis papas y mis hermanos despertaran y quisieran matarme, pero sobre todo temerme.
Cuando iba estirando poco a poco mis alas chocaba con todo; no podía estar en un solo sitio quieta y tranquila.
Poco después, mi hermana entró y al verme gritó y corrió del susto dejando la puerta abierta, lo cual hizo que todos al asomarse me vieran y se espantaran.
Me sentían muy mal por no poder convivir más con mi familia; me sentía atada y frustrada con mi nuevo cuerpo. Llegó el momento en el que ya no se escuchaban ruidos. Al parecer habían salido y fue cuando me decidí salir; pude caminar y enderezarme. Me di cuenta que ese no era más mi lugar; mis padre no me corrieron ni mucho menos, pero ya no era lo mismo.
Ese día pensé y decidí que no quería morir encerrada, así que recorrí toda la casa tranquilamente. Entonces pude recordar mi pasado, pero también convencerme de la realidad.
Cuando mi familia regresó, la única que fue a verme fue mi hermana, pero sólo pudo ver algunas plumas tiradas en el piso. Ella bajó y dio la noticia y fue la única que entendió que mis alas no llegarían muy lejos en ese cuarto.
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