domingo, 23 de diciembre de 2007

PARA LEEEER... CON GANAS - Escritos literarios de los alumnos

TEXTO

Diego Juárez, grupo 31LPM

No sé cómo empezar, aunque creo que lo acabo de hacer. Cuando camino me parecen tan largas las calles y tan corto el tiempo como si la noche me invadiera a lo largo de mi trote; ¿sabes?, no es nada sencillo vivir tan solo; es cierto, vivir solo y morir solo es una regla, “nadie morirá cuando tú lo hagas, nadie tampoco peleara por algo que tu desees”.

Es impresionante cómo algunas personas alejan por siempre este dolor, es imposible no sentirlo.

Está bien, tal vez me venció por un tiempo la fantasía y pensé en el engaño de un disfraz de ángel que me mostró el paraíso, aunque no me di cuenta que yo tenía los ojos vendados y ese paraíso estaba envenenado y a cada paso se marchitaba más para dar de comer a ese disfraz que esta vez nombrare invencible, ¡no, no, no!… ¿adónde quedo yo? Mejor se escucharía luna, por su calidad de luz hermosa reflejada.

Bueno, los días eran como atardeceres rojos en plazas de la ciudad y felices encuentros familiares navideños; todo estaba cargado de un canto exquisito que me acompañaba adonde fuese… Tal vez y sólo a veces no me gustaba mucho la idea de no volver a tener este sentimiento de libertad frustrada por el abandono, aunque para aquellos tiempos yo lo veía como una fuga a mis ideas, recorrer delicados momentos con la magia de mi memoria y así hacer de las olas del mar o de las estrellas un manantial de pureza para después, en esos entonces, volver y encontrármelas de frente y poder tocarlas sin temor.

No ha cambiado mucho, sin embargo, ahora absurdamente vuelvo a imaginar las estrellas y las olas; sin embargo, al abrir los ojos y encontrármelas de frente me empiezan a tragar, como un perro hirviendo de hambre, es así como me carcome este atardecer en el que me encuentro.

Bueno, tiempo atrás paseaba por el hermoso tiempo de la ciudad reconociendo lugares escritos por el ansia de la civilización y de la locura infernal que es vivir aquí. Bruscamente, mi vida no traía consigo bochorno, mi vida parecía junto a la luna una delicia; disfrutar cada momento, llevando todo al límite para después reírme como en mis tiempos infantiles, que por cierto por algún extraño motivo también desee que se terminarán.

La luna se llevó su misterio, murió esa trágica noche de mi reconocimiento, cuando al fin y al cabo subí la cara para escucharla de frente y fue entonces como sucedió: un disparo atravesó mi atmósfera, un rugido enorme a mi conciencia sacudió mi cuerpo. La luna se alejaba de mí con una inimaginable velocidad, pero ¿cómo era posible?, ella aún estaba ahí parada, eso lo descubrí cuando las tantas nubes que volaban alrededor de mi cabeza se esclarecieron. Es injusto que se siga dibujando su bella y blanca figura en el cielo: para mí sólo es una inmensa tumba.



LA RESISTENCIA

Diego López, grupo 21LDPM

Lo conocí por primera vez en un bar de bohemia. Tenía un cigarrillo raro en la mano y una guitarra tan vieja que parecía que se convertiría en polvo con el simple rasgado de las cuerdas en unísono. Estaba con los demás integrantes de su banda, tenía una sonrisa en la cara, platicaba y lanzaba interrogantes melódicas al aire y se contestaba solo. Mas siempre volteaba a su alrededor buscando la aprobación de sus compañeros, como permitiéndoles ser, en una forma muy superficial, coparticipes de su gran genialidad. Todos sabíamos que él era el genio detrás de todo.

Sin dejar de fumar tocó esa vieja guitarra; para mi sorpresa, la melodía era hermosa. La guitarra aguantaba erguida cada traste, cada acorde, cada nota que de ella salía como si el paso de los años le hubiera dado una añeja sabiduría sobre cómo debía sonar perfectamente.

Después de unos minutos, el resto de sus compañeros se le unieron con sus respectivos instrumentos y aquel lugar de mala muerte comenzó a llenarse de luz. Pero no esa luz que todos conocen, la que perciben con los ojos; me refiero a esa luz que te llena el alma, la que sientes, no ves. Las paredes mohosas, los meseros despreocupados y la mala comida perdían importancia con el simple hecho de escuchar tan bella combinación de instrumentos. Hasta aquel seudo intento de vino me daba un buen sabor de boca.

La música llenaba el ambiente en su totalidad, movía las paredes, entraba a las almas, penetraba mis sentidos y me hacía sentir tan vivo que quería arrancarme la piel para no explotar de adentro hacia fuera, por la enorme cantidad de emociones que estaban en mí.

Quedé extasiado, me di cuenta que todo había terminado unos cuantos minutos después de que el último acorde muriera para darle vida al bullicio y a las voces de asombro.

Por primera vez en toda la noche dejó de fumar, volvió la vista al público levantó su copa de vino y nos dijo:

-Discúlpennos, esta noche no podremos darle tributo a este arte con nuestras voces, esta noche la libertad de expresión y mis ideas revolucionarias, callan, para darle lugar a la voz de la censura y un respeto obligado a alguien que vive de este país y no para él.

Ésta va para ustedes, se llama: “La resistencia muda”.

Comenzó su segunda pieza; era aún más bella que la primera, y sin soltar la guitarra se acercó al micrófono y comenzó a cantar, en silencio. Esta vez mi asombro era doble, no sólo por la exquisitez melódica sino por que lo veía mover la boca pero no podía escuchar su voz. Pero mas sorprendente aun fue el hecho de que no necesitaba escucharlo para entenderlo: desbordaban sus sentimientos, sus letras mudas y voz silenciosa desde el escenario hasta cada rincón del lugar.

Termino la velada, salí del lugar maravillado, pues no sólo escuche una serie de canciones extraordinarias, sino también escuche con el alma; y con toda mi alma y con todas mis fuerzas grite:

En silencio…

¡Que viva la Resistencia!


El secreto de las runas
Diego López

En este mundo hay muchas cosas que no podemos entender, muchas cosas que no debemos entender y muchas cosas que no queremos entender. Pero, ¿que pasaría si uno intentara buscar el significado de algo que no debe entender? ¿Podría existir alguna clase de repercusión?

Esta historia es un viaje que ha recorrido tres generaciones de mi familia y que la ha marcado por siempre.

Mi abuelo era un reconocido arqueólogo, que pasaba más tiempo en excavaciones que con su propia familia. Mi padre siempre dijo que él nació como intento de mi abuela para mantener a mi abuelo en casa más tiempo, cosa que nunca paso.

Cuando mi padre tenía unos quince años, mi abuelo se había ido de viaje a una remota parte de Noruega, donde se habían encontrado los restos de lo que parecía ser un templo de proporciones inconmensurables. Mi abuelo se fue durante cuatro años, cuatro años en los que apenas se sabía algo de él gracias al rudimentario sistema de correo.

Mi abuelo regreso cuatro años después, sólo por algunos meses y sólo para regresar a Noruega con la compañía de mi padre, para que le ayudara en su viaje.

El templo que habían encontrado en un inicio se creía que era vikingo, pero conforme se fue desenterrando tanto el exterior como el interior descubrieron que había sido construido en diferentes etapas de la historia, siendo la mas antigua, según lo que pudo llegar a ver mi abuelo, unos nueve mil años.

La entrada parecía una fortaleza medieval con grandes torres y una puerta de piedra de unos quince meros de altura y cuatro metros de espesor, lo que para abrirse requirió el uso de muchos tractores. Y justo sobre la puerta se podían observar runas vikingas, cuyo significado nadie había descifrado.

En el inferior se podían observar numerosas estatuas de lo que parecían ser héroes vikingos. Conforme se adentraron en la construcción, los signos fueron cambiando a algo que era ya totalmente indescifrable: las estatuas que allí se encontraban eran antropomórficas, pero ya no se podían parecer a nada que la historia tenga registrado.

Lo único que se había mantenido constante, salvo por las diferentes escrituras que se podían identificar de los diversos periodos de construcción del templo, era un glifo en forma triangular con una especie de pulpo antropomórfico en el centro y lo que parecieran ser unos seres inferiores a sus lados; aunque antropomórficos, uno parecía más reptil que persona y el otro más ave que otra cosa.

El misterio del glifo triangular tenía a mi abuelo mas confundido y emocionado de lo que alguna vez había estado; eso incluía el nacimiento de su único hijo.

La excavación continuó durante mucho tiempo, durante el cual mi padre fue y regresó a Noruega muchas veces. Cuando mi padre hubo terminado la carrera de antropología, siguiendo los pasos del suyo, se fue a vivir a un pueblo cuyo nombre nunca me mencionó, en Noruega. Allí fue que conoció a mi madre, una mujer que nunca tuve el gusto de conocer. Yo nací en un hospital de la ciudad de México, en donde, por desgracia, mi madre murió al dar a luz, en un viaje que hicieron juntos para ver a mi abuela. me crió mi abuela desde muy temprana edad, pues mi padre siguió fielmente los pasos de mi abuelo y pasaba mas tiempo en Noruega que conmigo.

Mi abuelo murió cuando yo tenía seis años de edad. Fue un accidente en la excavación; quería sacar una tablilla de una piedra que tenía el glifo con el que obsesionó su carrera. El andamio en el que trabajaba se colapsó y le rompió el cuerpo. Mi padre decía que al caer el andamio el templo entero por un instante se iluminó con una luz tan aterradora que hizo que todos los grabados de las paredes, tanto rúnicos como los otros signos irreconocibles parecieran cobrar vida. Este hecho hizo que muchos de los trabajadores perdieran la razón.

Cuando llegué a la carrera seguí los pasos de mi padre y estudié antropología,. Y, al terminar, empecé a vivir seis meses del año allá y seis meses en México. A pesar de la cantidad de años que habían pasado desde el descubrimiento del templo se seguían encontrando nuevas salas, nuevos pasadizos, y ni siquiera se había podido traducir lo que decían las runas o los caracteres del resto de la construcción.

Cuando yo me uní a la excavación, ya se sabia que parte de la construcción era de más de treinta y cinco millones de años. Y considerando que la humanidad tiene unos cuarenta y cinco, es difícil entender el que o quien lo haya construido.

En el verano del año dos mil llegamos a una cámara que ya no tenía ninguna otra puerta, ninguna otra entrada o salida. Y los medidores de densidad mostraban que ya solamente había roca sólida rodeando la habitación.

Esta habitación no tenía nada, salvo por cientos de caracteres en un idioma aun más incomprensible.

Mi padre y mi abuelo habían llamado a eruditos en todos los idiomas que se les pudieron ocurrir y ninguno jamás pudo comprender nada.

En la ultima celda, la cual llamábamos irónicamente la bodega, por estar llena ricamente de un aire tan antiguo, encerrado y enmohecido que parecía adherirse a los pulmones.

Esa noche nos quedamos varios miembros de la expedición a dormir en ese lugar, a cerca de tres millas por debajo de la superficie terrestre, y sin embargo nos parecía el aire tan ligero como en la primera sección del edificio.

Esa noche nos pareció escuchar, proveniente de las paredes, terribles gritos, murmullos, sollozos, y llantos. Las paredes parecían tomar forma humana y danzar, danzar de una forma tan terrible que parecía que cobraban vida.

A la mañana siguiente algunas secciones de las incomprensibles paredes parecían faltar. O más bien no brillaban con la misma intensidad que las otras. Salimos a la superficie a desayunar con la luz del sol, que hacía dos días no sentíamos en la piel. Al anochecer regresé junto con diez de mis compañeros a la excavación; descendimos hasta la bodega y allí, tan claro como el día, se podía leer en una pared brillando por encima de las demás frases
Ph'nglui mglw'nafh Cthulhu R'lyeh wgah'nagl fhtagn .

Recité las palabras como pude. El aire se arremolinó hacia el centro de la habitación con una fuerza sorprendente y una esfera de energía empezó a crecer desde el suelo.

En ese momento, todas las escrituras se volvieron claras para mí. Relataban la historia de seres tan antiguos como el universo mismo, los “dioses primigenios”, seres tan terribles que iniciaron guerras entre ellos para detenerse hasta que todos quedaron encerrados y esparcidos por la galaxia.

Cuando aquel ser debilitado cayó a la tierra ésta creó la cámara en la que ahora me encontraba, y cientos de seres desde hacia millones de años habían intentado mantener oculta la prisión del dios. Incluso, los primeros adoradores del dios se encargaron de mantenerle encerrado. Cientos de generaciones de muchas razas intentaron mantener sellada a la creatura, que como un espectro de luz empezaba a formarse frente a nosotros. Este ser, que en tiempos inmemorables había arrasado planetas, vidas y seres que no conocían.

Tantas imágenes cruzaban por mi mente mientras el miedo se apoderaba de mi cuerpo. Podía ver claramente a los vikingos que sellaron la última puerta colocar el sello de sus dioses con la esperanza de que nada despertara lo que allí residía. Podía ver a seres alienígenos llegar y sellar las puertas ancestrales y colocar advertencias que nadie leería por no saber de ellas.

Y cuando creía ya no poder sucumbir a un mayor miedo, la criatura se materializó: parecía un pulpo gigantesco, un ser que emanaba maldad de cada poro. En un sólo instante sus tentáculos se lanzaron hacia nosotros atrapando y destruyendo la existencia de tres de mis compañeros.

En ese momento, todos emprendimos la carrera hacia la superficie. Por su enorme tamaño el ser se movía lentamente. Lo que nos dio tiempo de cerrar algunas puertas detrás de nosotros. Cuando llegamos a la superficie, nuestros compañeros no podían creer nada de lo que relatábamos. Lo único que les hizo dudar de nuestra locura eran los ruidos que provenían de interior de la prisión. Se sellaron las últimas puertas y huimos del lugar. La puerta construida por los vikingos yacía sellada e imponente una vez más.

Desde ese día en mis sueños veo a aquel ser que recita la historia de este planeta, que dice que nos consumirá y que eso le dará parte del poder para despertar a su armada.

Sólo espero que no hayamos causado la extinción de la humanidad, solo espero que la prisión pueda detener a aquel ser. A ese dios más antiguo que los nuestros. Sólo espero… sólo espero…

No hay comentarios.: